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carlosmartinez

camino

   Bienvenidos a mi blog de críticas de cine. Más de una vez he expresado mi deseo de que me madáseis comentarios acerca de mi página (a lo que sigo dispuesto, y, como podréis comprobar, siempre intento contestar), pero una cosa es un comentario personal y otra lo que ha pasado esta semana. Tras comprobar con estupor que un tal Antonio me había recomendado visitar la página del Opus, comprobé que otros blogs habían recibido el mismo envío con el mismo texto. Como supongo que debe ser cosa del Opus para contrarrestar la mala imagen que se da en el filme "Camino" de la Obra (si querían convencerme de las virtudes de la Obra, han conseguido lo contrario), pido desde aquí expresamente una cosa: que cualquier institución de cualquier clase se abstenga de mandarme propaganda de sus virtudes; el spam se manda al correo electrónico, no a un blog (allí por lo menos sé cuándo borrarlo). Eso sí, las opiniones personales de vosotros, aunque no coincidan con las mías, siempre tendrán cabida en este blog.

   Intentaré no entrar en la polémica sobre el contenido del filme y sobre las bondades de la niña  real, pero sí quiero hacer un comentario al Opus sobre su proceso de beatificación: ¿es suficiente haber sufrido una enfermedad dolorosa y mortal para ser santo o beato? Mi opinión es que no: aparte de que no creo en la santidad en el sentido que le da la Iglesia, pienso que debería haber motivos más profundos y de hechos de la persona para hacer santo a alguien.

   Y paso a comentar el filme de Fesser, que no está tan alejado como parece de sus anteriores filmes como parece. Es cierto que quizás se ha pasado en algunas escenas como los sueños, el aplauso final en la muerte de la chica o en el gore de las escenas de la operación; y probablemente debería haber especificado más que el filme es una ficción y no la historia real de la niña del Opus (baste ver que la historia la sitúa 16 ó 17 años después de los hechos reales). Pero el filme sí es una excelente muestra de filme opuesto a cualquier fanatismo religioso, en el que destacan por encima de todo el gran trabajo interpretativo de Carme Elies, Nerea Camacho y Mariano Venancio. Y resulta curiosa una cosa que no he visto comentar a nadie: que el filme es anacrónico expresamente y que no es casualidad: la fotografía parece de los años 60 y 70, por no hablar de esa máquina de cine que ya nadie usaba en el año 2001. Y, como dije, no me parece tan lejano el estilo de su director y sus homenajes al espíritu Bruguera: no me cuesta mucho ver en Mariano Venancio y en Carme Elies a personajes  como los padres de Zipi y Zape o Doña Urraca. A pesar de sus defectos y excesos, para mí el mejor filme español del año.

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