editorial

    Bienvenidos a mi blog de críticas de cine. Antes que nada, expresar mi completa repulsa por el último atentado de ETA: mis críticas de la semana pasada hacia el Opus evidentemente no implican que les desee tamaña salvajada en su Universidad.

   Mi intención hace unos días era dedicar dos "hijo de puta de la semana", pero ya que el presidente del Parlament de Catalunya Ernest Benach ha tenido la decencia de echarse atrás en el tema de su "coche fantástico", en este caso lo dejaré en un simple tirón de orejas, con la advertencia de que estaré atento por si reincide.

   El que no tiene remedio (y evidentemente  es el "hijo de puta de la semana") es el "segundo primo de Rajoy", o sea el inefable José Mª Aznar, quien no contento con negar los peligros del cambio climático (¿pero este hombre no firmó siendo presidente el Tratado de Kyoto?), calificó de fanáticos integristas y de creadores de una nueva religión a los que advierten de los problemas del cambio climático, él que siempre ha sido un "dechado de transigencia y de respeto al contrario". Como es habitual en los actos y palabras de dicho personajillo, lamentable.

   Comentar también brevemente la muerte de un director de un tipo de cine que no me interesa lo más mínimo, pero al que tengo que reconocer su peculiar influencia en la historia del cine: Gerard Damiano, probablemente el padre del cine porno moderno con su célebre "Garganta profunda" (aunque también fue célebre involuntariamente por el escándalo Watergate por el uso del nombre de la película). Evidentemente, por razones morales no recomendaré sus filmes , pero ahí queda mi pequeña mención hacia un hombre clave en su género.

   Y, antes de pasar a los estrenos de la semana, darle un pequeño tirón de orejas a los responsables de publicidad de Dreamworks y su trabajo para el filme "Madagascar 2". La falta de ideas en Hollywood es alaramante, pero utilizar para los cines en "Madagascar 2" exactamente la misma publicidad que utilizaron para "Shreck tercero" (todos los personajes del filme colgados de una cuerda) es tener un morro que se lo pisan.