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carlosmartinez

editorial/luna nueva

   Bienvenidos a mi blog de críticas de cine. El cabreo ante "2012" me hizo pasar por alto la semana pasada la delirante decisión de la Junta de Extremadura de hacer un curso sobre técnicas de masturbación. Ignoro el interés de dicho curso, ni si (como ha comentado alguien) vale para ponerlo en un currículum, pero desde luego tengo curiosidad por saber si tendrá clases prácticas o si habrá examen final. En fin, que yo me quedo con mis cursos de cocina y de nivel C de catalán (aunque hecho en Barcelona, que ya son ganas de irse a Vinaroz a hacerlo como he leido en El periódico esta mañana; vale que yo lo hago gratis y que tengo paciencia y tiempo para sacármelo, pero me parece que es una pérdida de tiempo y de dinero irme tan lejos a hacerlo aunque sea más fácil).

   Tampoco quiero pasar por alto (entre otras cosas porque me va de coña para empezar la primera crítica de la semana) la delirante decisión de la Academia de Hollywood de entregar los Oscar honoríficos de este año en una ceremonia aparte celebrada en noviembre, y cuyos damnificados han sido tres mitos vivientes como Lauren Bacall, Roger Corman y el director de fotografía Gordon Willis, que supongo que se habrán sentido insultados por tan demencial decisión (yo desde luego habría puesto el grito en el cielo y hubiese rechazado el premio). Supongo que habrá sido por cuestiones de audiencia, pero me parece que no está el Hollywood actual tan repleto de buenas estrellas y maestros como para hacer este desaire a los veteranos.

   Sobretodo si los que vienen por detrás son los responsables de ese engendro de película que responde al nombre de "Luna nueva". Sinceramente, no entiendo ni remotamente el interés que puede tener entre los jóvenes (que lo tiene para ellos: la sala en que sufrí la película estaba llena de adolescentes histéricos) la historia ñoña, retrógrada y lenta a más no poder (vamos, que Tarkovski y Antonioni parecen directores de videoclips al lado de éstos) de un vampiro más que anoréxico, anémico (por dios, que le manden un par de jamones de Jabugo y unas cuantas sesiones de rayos UVA, a ver si engorda un poquito), de una niñata pavisosa que necesita un par de hostias a ver si espabila y de un cachas de hombre-lobo al que no debieron hacer el control antidóping por posesión de esteroides (porque realmente esos músculos no son normales en una persona que en la primera entrega estaba más bien enclenque). El director de esta no-película, Chris Weitz, ya mostró su incompetencia absoluta en la siniestra "La brújula dorada", y aquí se muestra más incompetente todavía, y encima repitiendo efectos especiales (los lobos que salen son casi idénticos a los de su anterior filme). Y lo más grave es que un excelente director de fotografía como el español Javier Aguirresarobe hace el peor trabajo que le recuerdo, y que un prometedor músico como Alexandre Desplat empieza a mostrar preocupantes muestras de encasillamiento y repetición. Lo único que se salva de la quema es la breve (no vaya a ser que les "joda" el show a los niñatos protagonistas), un tanto sobreactuada y muy divertida e  irónica intervención del británico Michael Sheen como jefe de los vampiros. Lo demás es pura basura, que encima amenaza con una tercera entrega el año próximo, no vaya a ser que sus fans crezcan y se den cuenta de la estupidez que están viendo. Para salir corriendo. Vaya par de semanitas que llevamos.

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