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carlosmartinez

el topo

   Bienvenidos a mi blog de críticas de cine. Perdonad por el leve retraso, por cuestiones de trabajo y compromisos familiares no he podido hacer estas críticas antes de este lunes. Aunque sea con retraso, os deseo unas felices fiestas, y prometo hacer el viernes o el sábado el habitual resumen con lo mejor y lo peor de este año que termina, aunque en este momento no os puedo asegurar si haré las críticas antes del lunes próximo de los filmes que vea en los próximos días, lo intentaré, pero no lo puedo asegurar.

   Curiosamente, los tres filmes que paso a comentar tienen algo en común, son adaptaciones de obras que ya han sido hechas anteriormente en formato televisivo o cinematográfico (aunque no puedo decir que un filme que se ha hecho anteriormente en televisión sea un remake, no lo es, son medios diferentes, al igual que las obras musicales en teatro, My fair lady no es un remake de Pigmalión, por mucho que algunos se empeñen). Los resultados de los tres son bastante diferentes.

   Empecemos con el mejor con diferencia, El topo, filme basado en una de las obras magnas de John le Carré que se hizo en formato de miniserie con un inmenso Alec Guiness a finales de los años 70. Habría que ser muy malo para cargarse una de las mejores novelas de intriga del siglo XX, y el sueco Alfred Thomason no lo es (su película anterior era la estupenda versión nórdica de Déjame entrar). Permitidme que no haga referencias a los nombres del estupendo reparto, ya que a excepción de Gary Oldman (para quien conoce a John le Carré, sabe que George Smiley es el personaje principal de novelas anteriores y posteriores y que evidentemente no puede ser el topo) todos resultan sospechosos (la opción que han elegido para los títulos de crédito y el cartel es la más lógica para evitar sospechas, todos en orden alfabético, a excepción de Oldman). El director sueco hace una estupenda traslación del universo de le Carré, que despoja en todas sus obras al espía del glamour de las obras de Bond (o de Jason Bourne, aunque desmemoriado, sigue siendo un hombre de acción) y lo convierte en un ser anodino, gris, casi un burócrata o un oficinista, en ocasiones mezquino (el topo, cuando se sabe al final su pasado, es evidente) y que comete errores humanos que pueden resultar fatales. Como buena novela de intriga, en ocasiones resulta embarullada y a uno le puede enojar su ritmo bastante lento, pero es el estilo que siempre ha tenido el magistral escritor británico. Con todo, el director sueco tiene muchas cosas estupendas de dirección que hace que su trabajo no se quede en una mera traslación, destacan las omisiones en palabras al pasado del topo (se sobrentienden), el negarse a mostrar en imágenes al personaje del jefe de la KGB Karla (tan gris y patético como los del otro lado, como se ve en la continuación de la novela, La gente de Smiley) o la elegancia sin estridencias con que se descubre finalmente al topo. Destacar el trabajo de todos los actores, con una pequeña excepción: en algunos momentos, el actor que interpreta al topo fuerza demasiado el gesto cuando no debe, y hace que se le note demasiado que es el traidor, no hacía falta y es un fallo pequeño, pero fallo al fin y al cabo. Destacar finalmente la banda sonora de Alberto Iglesias, tan discreta y fría como requiere el filme, que sin duda es de lo mejor de la cartelera navideña.

 

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