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carlosmartinez

Asalto al poder

Lo avisé en mayo y no me equivoqué, tras el petardazo de Objetivo: la Casa Blanca, no esperaba otra cosa de Asalto al poder que otro engendro idéntico y sin ninguna calidad, viniendo del director alemán Roland Emmerich era más que previsible.

Y me quedé incluso hasta corto, no me podía esperar nada bueno viniendo de uno de los directores más negados de la actualidad, pero es que se ha superado a sí mismo en estupidez y chapuza, que ya es decir. Como pasó ya con Objetivo, el guión es un burdo plagio de Jungla de cristal, al que se le han añadido unos diálogos de besugo y unas situaciones completamente previsibles (al malo del filme se le ve venir desde que aparece por primera vez en escena, por mucho que lo escondan hasta el final, y no por el actor, sino por el guión). Añádase un Chaning Tatum que hace el ridículo más espantoso como héroe de acción, un Jamie Foxx risible como presidente de los EEUU "pacifista" que no sabe ni usar un arma, un grupo de terroristas armados de opereta que encima se distraen antes del ataque viendo Lawrence de Arabia en una pantalla gigante en la Casa Blanca (como si no hubiese otra cosa que hacer que poner una peli en horario de oficina y con el presidente ocupado en ese momento, que juraría que es el único que dispone de sala de cine en el edificio), la niña más repelente que se recuerda en Hollywood desde que a Shirley Temple le dieron la jubilación anticipada cuando creció, y para rematar, un gazapo gordísimo: como se ve en la foto de arriba, el Capitolio queda completamente destruido en los primeros minutos del filme; pues bien, posteriormente en una escena con helicópteros sobrevolando Washington, se le puede ver fugazmente intacto, ¿nadie se dio cuenta en la sala de montaje del desaguisado? (el plano es tan breve y tan innecesario que un simple corte con el ordenador hubiese bastado). Del desastre solo se salvan la espectacular reconstrucción de la Casa Blanca (ahí si que  ganan por goleada a Objetivo, que cantaba como una almeja en los interiores) y el buen quehacer habitual de James Woods y Richard Jenkins, dos grandes que jamás están mal aunque les hagan leer la guía telefónica, lo demás para olvidar, el desastre comercial que ha tenido en USA está más que justificado, de lo peor de un verano muy flojo.

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