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carlosmartinez

Phenomena: Lo que el viento se llevó

Este miércoles Phenomena proyecta uno de los mayores clásicos del Hollywood dorado, quizás el más recordado por muchas generaciones y uno de los más exitosos de la historia, si no el que más. Sin embargo, y valorando mucho su indudable valía artística, tengo muchas reticencias hacia él moralmente:

Lo que el viento se llevó:

Y como buen abogado del diablo que soy, empecemos por lo que no me gusta. Se pongan como se pongan los admiradores, hay algo que me repele, y es lo mismo que con otra obra maestra como es El nacimiento de una nación. Aunque dulcifique algo la novela, donde se hablaba claramente del personaje de Leslie Howard como uno de los fundadores del Ku Klux Klan (y en mi opinión con cierta simpatía por parte de la autora, o al menos con cierta comprensión), es un filme profundamente racista, los negros no son más que meras comparsas o por momentos ridiculizados aunque una actriz ganase el Oscar, y se acentúa todavía más en el doblaje. Muchos dicen que era cosa de la época, y es cierto, en los años 30 el Klan campaba por sus respetos e incluso tengo constancia fílmica de manifestarse tranquilamente por el centro de Washington sin que nadie les molestase. Pero eso no lo hace menos abyecto para mí el mensaje de añoranza del viejo Sur y lo que representa.

Eso sí, este filme de David O. Selznick (teniendo en cuenta cómo las gastaba el director con los directores, casi hay que considerarlo el autor de la película, no los cinco directores que se conocen) desde el punto de vista artístico es irreprochable. Mezcla con gran habilidad el melodrama más desaforado y la épica y cuenta con un reparto de lujo, encabezado por una pareja mítica.

La elección de Scarlett O’Hara trajo tela como siempre se ha dicho. O. Selznick no acababa de encontrar a la actriz que quería y yo creo que rara es la actriz de la época que no pasó por favorita para hacer el papel, la lista es tan larga que no la reproduciré aquí. Le llegó casi en el último momento y con el rodaje empezado una actriz británica desconocida llamada Vivien Leigh que era esposa de Laurence Olivier. Le convenció al productor y a todos lo que ven la película. Su A dios pongo por testigo pone los pelos de punta siempre, no en vano es el momento elegido para poner el intermedio en los cines (curiosamente, es la única escena del filme de la que se ignora quién la dirigió). Ganó un Oscar más que merecidamente.

Su partenaire está a la misma altura. Clark Gable es el perfecto Rhett Butler, el simpático granuja capaz de venderse al mejor postor y perdidamente enamorado de Scarlett. Memorable su escena final con el "Me importa un rábano", que suena mucho mejor que el ridículo "Francamente querida, eso no me importa con que lo conocemos aquí. En una decisión sorprendente y "salomónica", se quedó sin Oscar; cuando parecía que el duelo sería encarnizado con James Stewart por Caballero sin espada, se lo llevó un tercero con bastantes menos méritos en mi opinión, el hoy olvidado Robert Donat por Adiós Mr. Chips. En el debe de Gable hay que poner la leyenda bastante fundamentada por lo que parece de que fue el responsable del despido de George Cukor, conocido director homosexual que parece que sabía algún secretillo del actor o que había tenido un lío con un amigo de Gable y este temía que lo tomasen también por homosexual.

Menos agradecido quizás, pero clave en la trama es Leslie Howard en el papel del jefe del Ku Klux Klan y objeto de las atenciones amorosas de Scarlett. Howard tuvo una extraña muerte en un accidente aéreo en las costas gallegas, todo parece indicar que mientras espiaba para los aliados durante la Segunda Guerra Mundial y nunca ha quedado claro si lo derribaron a propósito. No es el mejor papel de Howard ni mucho menos, le prefiero en las deliciosas Pigmalión y La Pimpinela Escarlata.

Inolvidables también Olivia de Havilland como la prima de Scarlett y esposa de Howard (la única que queda viva del filme con 98 tacos), Hattie  McDaniel como la criada Mammy (la primera intérprete negra que ganó un Oscar) y Thomas Mitchell como padre de Scarlett (ganó el Oscar ese año pero por La diligencia, muy merecidamente por cierto) y gloriosa la banda sonora de uno de los genios de la música de cine, Max Steiner. Como curiosidad, el decorado del incendio de Atlanta no es otro que el que se utilizó para King Kong, destruido para hacer la escena. Lo que el viento se llevó arrasó en los Oscars de 1939 (al año siguiente O. Selznick sería el primer productor ganador de dos Oscars seguidos por otra memorable, Rebeca) y sigue siendo un gran espectáculo, con grandes momentos como los ya citados y con grandes interpretaciones, pero me sigue pesando el tema del racismo, yo no la pondría entre mis 25 películas favoritas de todos los tiempos.

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