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carlosmartinez

Phenomena: El bueno, el feo y el malo

Este miércoles Phenomena dedica una sesión especial a la memoria del gran actor Eli Wallach, con la proyección de la versión extendida de su película más famosa, sin duda una de las cumbres del western europeo:

 

El bueno, el feo y el malo:

 

 

 

 

Sergio Leone culminó su Trilogía del dólar con su película hasta ese momento más ambiciosa, compleja, original y larga. Si en Por un puñado de dólares bebía tanto de Goldoni (Arlequín, servidor de dos amos), Hammett (Cosecha roja) y Kurosawa (Yojimbo) para contar la historia de un ambiguo pistolero menos amoral de lo que aparenta  jugando con dos bandas rivales y en La muerte tenía un precio contaba una historia de venganza más clásica de lo que puede parecer a primera vista, en El bueno, el feo y el malo parte de varias fuentes y varios temas.

Primero, sus personajes son más ricos y complejos de lo que parece a primera vista. Clint Eastwood será el bueno, pero es tan peligroso, imprevisible y falto de moral como sus dos oponentes, este sí que vendería a su madre por un puñado de dólares (más que un puñado, un tesoro considerable), cosa que no puedo decir de las anteriores películas. Con su peculiar partenaire Eli Wallach-Tuco, más que una pareja de pistoleros-bandidos del salvaje oeste al uso, a mí me recuerdan a los típicos pícaros de la literatura y cine italianos y españoles (Goldoni vuelve a estar presente, pero no andan muy lejos Quevedo y compañía cuando se dedican a estafar a los pueblos que quieren colgar a Tuco). Y Lee van Cleef-Sentencia es un grandísimo hijo de perra, pero creo que en las escenas de la versión extendida hay alguna escena en la guerra que tiene un pequeño soplo de misericordia.  Eastwood, Wallach y van Cleef forman un gran trío en busca de un tesoro escondido en un cementerio cuya localización solo conoce Wallach en medio de la Guerra Civil americana y que culminará en un insólito en la historia del western duelo a tres en dicho cementerio.

Leone logra un memorable western apoyado en sus tres actores, y eso que la relación con Eastwood se había enturbiado (parece ser que el actor comentaba que tanta acumulación de actores era excesiva), que quería en un principio a Charles Bronson en vez de a van Cleef y que no optó por Gian Maria Volonté para el papel de Tuco porque buscaba un actor con mayor vis cómica. El trabajo de Leone es formidable, pero no se puede entender sin tres colaboradores más. La fotografía de Tonino Delli Colli es sencillamente prodigiosa en el tratamiento sucio del paisaje que el filme requiere y en los primeros planos tan característicos de Leone. El montaje de Eugenio Alabiso y Nino Baragli es pura y llanamente un portento, nadie ha dado el tempo tan característico del cine de Leone como en esa genialidad que es  el duelo final. Y finalmente, está Morricone.  En manos de otro, una banda sonora a base de aullidos (¿de coyote o de moribundo? Todos dicen lo primero, pero a mí las famosas cinco notas iniciales me parecen lo segundo), pistolas, percusión y coros serían una locura, en manos del maestro italiano es una maravilla y una de las bandas sonoras más originales de la historia, sin olvidar el tema de la entrada de Wallach al entrar en el cementerio, un The ectasy of gold que es también uno de los mejores temas de Morricone, el mejor colaborador que pudo tener Leone para hacer una de sus mejores películas.

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