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carlosmartinez

Interstellar

 

 

Mal que le pese a sus detractores, que no le perdonan ni una después de Memento, el británico Christopher Nolan sigue siendo de los pocos directores actuales que sigue sabiendo hacer buenos blockbusters sin insultar la inteligencia del espectador. Interstellar probablemente no sea perfecta, esta nueva Odisea espacial (la sombra de 2001 está presente a lo largo de todo el filme, no en vano toma prestada la idea del agujero de gusano y, en este caso de la novela de Arthur C. Clarke, la idea de partir de Saturno) creo que en algunos momentos se pierde en un exceso de explicaciones científicas que entorpecen la trama (no hace falta sacar a colación cada dos por tres la teoría de la relatividad), el personaje de Anne Hathaway no acaba de estar bien perfilado, el del actor sorpresa (aunque muchos se empeñen en spoilear diciendo quién es, yo sí voy a respetar el deseo de Nolan de no mencionarlo en los carteles para mantenerle la sorpresa a quien vea el filme por primera vez) como Robinson Crusoe galáctico no me acaba de convencer y culmina en la escena más risible del filme (la de la pelea), y el final seguramente desconcertará a más de uno y se lo pillará como una tomadura de pelo.

Pero más allá de esos detalles, la película me fascina en ese viaje hacia lo desconocido, en ese inquietante planeta Tierra al borde del agotamiento  amenazado por tormentas de polvo y en esos dos mundos de agua y hielo más inhóspitos que la misma Tierra. Nolan no me aburre un solo segundo (cosa que no puedo decir de otros antecesores más ilustres como Tarkovsky y Solaris, para mí uno de los bluffs más insufribles y soporíferos de la historia del cine, un intento patético de imitar 2001 que algunos incomprensiblemente llaman obra maestra) y tiene tres excelentes actores, un Mathew McConaughey que está cada vez mejor (que no vuelva a las andadas), una Jessica Chastain estupenda como su hija adulta y por supuesto Michael Caine, siempre sublime cuando tiene buenos guiones y no quiere comprarse casas (lo digo por la anécdota de cuando rodó Tiburón 4, que hizo aquel bodrio para comprarse una mansión). Ayuda también una estupenda banda sonora de Hans Zimmer, de lo mejor del compositor alemán. A pesar de sus defectos, una de las películas del año.

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