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carlosmartinez

editorial/el baile de la victoria

   Bienvenidos a mi blog de críticas de cine. Conforme pasan los años y se suceden los presidentes de la Academia del cine español, no dejo de observar con estupor cómo excelentes profesionales parecen no darse cuenta de que el cine español en general tiene un serio problema de conexión con el público y continuan haciendo alabanzas injustificadas hacia lo bien que va el cine español.

   No salgo de mi asombro ante lo que ha dicho mi admirado Alex de la Iglesia de que éste ha sido un excelente año para el cine español, cuando lo único destacable han sido "Ágora" y "Celda 211", cuando pesos pesados como Almodóvar y Trueba (luego hablaremos de él) nos han soltado dos castañas indignas de su currículum y cuando el público, con pocas excepciones, algunas increibles, ha dado la espalda una vez sí otra también a nuestro cine. Y como muestra vienen muy bien los dos filmes estrenados esta semana: uno es lamentable; el otro no pasa del aprobado justo.

   Varias veces he comentado que era increible que se enviase a los Oscars una película que se estrenaba fuera de plazo. Una vez vista, me parece increible que se mande esta película infame. Trueba es un excelente director de películas musicales y un gran director de comedia (parece increible que lleve más de diez años sin dirigir ningún filme de este género), pero ya naufragó en la adaptación de "El embrujo de Shangai", y vuelve a naufragar en esta película estrenada ahora, "El baile de la victoria", y lo más grave es que, ya que considera como dios a Billy Wilder, incumpla su principal mandamiento: no aburrir. Porque el filme es soporífero, torpe, aburrido y tontorrón. En ningún momento te crees la historia de estos delincuentes de poca monta recién salidos de la cárcel que planean un gran golpe. Le sobran tantos momentos "poéticos" que a la postre resultan insufribles (el caballo en la playa, el baile, el cóndor). Le sobran (o están mal introducidos, como el personaje de Ariadna Gil) un buen número de personajes secundarios, y ni siquiera un habitualmente buen actor como Ricardo Darín hace una interpretación convincente. Sólo se salva el buen trabajo del joven Rubén Ayala, pero esto es demasiado poco para el descalabro de uno de los habitualmente más competentes directores de nuestro cine. Hollywood suele ser imprevisible en el Óscar a la película extranjera, pero dudo mucho de que este filme tenga una mínima posibilidad de llevarse el gato al agua.

1 comentario

Josep Maria -

¡Menos mal! Al ver el título pensé que me encontraría a uno más de los que critican a Laporta su juerga en Luz de Gas (estoy seguro de que no le criticarían nada si no fuera por la ideología que proclama).

Salu2
Josep M.