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carlosmartinez

editorial

   Bienvenidos a mi blog de críticas de cine. Ante todo, pedir perdón por la metedura de pata de la semana pasada (gracias, querido Sacerdote, por haberte dado cuenta y habérmelo hecho notar). Evidentemente, y por lapsus solo explicado por el cansancio de haber trabajado el fin de semana, me refería a Xena y no a Sheena, personajes que poco tienen en común salvo su origen pulp, intentaré no caer en más errores, sorry. Por cierto, mi querido Sacerdote, coincido en lo del morbo de Lucy Fawless (lo sigue teniendo en Spartacus, del que luego hablaré por otras causas, lástima que el personaje ya no volverá a salir tras las dos primeras temporadas). En cuanto a lo de Noche de miedo y las licencias respecto a los vampiros,  coincido contigo en que cada artista es libre de tomárselas (como dije en tu blog respecto a los cuadros del dios Saturno y los hechos mitológicos en que se basan), el problema es que si se hacen mal suenan a boutade y falta de respeto, y es lo que sucede en el filme que nos ocupa (por cierto, tomo nota de tus sugerencias para el corto de zombies, aunque no sé todavía como encajarlas en lo que tengo pensado, lo que te aseguro es que intentaré que los zombies sean malos, no los pienso convertir en buenos, je, je).

   Pasando a otras cosas, otro tipo aficionado a las boutades y a las salidas de tono es el inefable Cristiano Ronaldo. Sus declaraciones de esta semana no tienen precio, si cree que le silban y le dan patadas por guapo y rico, allá él, pero no le iría nada mal un poquito de humildad para ganar dentro de lo posible amigos, él y su entrenador, y para no armarla allá donde va.

    Esta semana nos han dejado dos actores muy diferentes en cuanto a edad, estilo interpretativo y carrera. Descansen los dos en paz.

   Jordi Dauder era un gran actor de cine, televisión, teatro y doblaje, poco conocido fuera de Cataluña salvo por el papel que le dio el Goya (Camino). Sin duda uno de los grandes de la escena y la televisión catalanas.

   Sin embargo, a Andy Whitfield solo se le recordará por su último papel que le lanzó a la fama, el Spartacus de la muy gore serie homónima, y que tuvo que abandonar por la enfermedad que le ha llevado a la muerte. Su temprana muerte hace que cueste calibrar si solo era el típico cachas o si había un buen actor detrás, pero desde luego era el actor perfecto para la serie, muy entretenida, muy divertida, muy delirante y muy pulp, aunque poco aconsejable para estómagos delicados y mentes sensibles.

2 comentarios

carlos martínez -

Lo reconozco, estoy demasiado despistado, entre trabajo, corto y blog. Prometo ser más bueno.

sacerdote -

¡Leñe! ¿otro error? ¡Se escribe LAWLESS, con L, y no "Fawless"... Aishhhhh... cambia de trabajo, por el bien de tu salud...