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carlosmartinez

muertes recientes

   Bienvenidos a mi blog de críticas de cine. Desde luego, nadie negará que este mes de marzo está siendo particularmente trágico para el mundo del cine. Tras las muertes la semana pasada de Anthony Minguella y de Arthur C. Clarke, hemos de comentar la muerte de dos grandes actores (aunque uno de ellos fue especialmente de teatro, también hizo algunas destacadísimas interpretaciones en cine, por lo que también lo destacamos aquí, no como en otros medios, que en el mejor de los casos lo han puesto a pie de página) y un extraordinario guionista. Por lo relevante de las tres muertes, les dedico un artículo entero. Y como no puedo destacar uno por encima de otro, lo haré por orden alfabético.

   Rafael Azcona es probablemente el guionista más destacado y más conocido de la historia del cine español. Cualquiera de los trabajos que hizo con Marco Ferreri en España (también colaboró con él en filmes rodados fuera, pero son menos destacados, salvo "La gran comilona") o los que hizo con Luis García Berlanga merecen este reconocimiento. Gran maestro del humor negro y de la crítica más ácida del franquismo, si me tengo que quedar con alguno, sin duda es "El verdugo": resulta increible que pudieran hacer en la época de Franco una crítica tan salvaje a la pena de muerte, y encima desarrollarla en Palma de Mallorca, cuando empezaba a florecer el turismo extranjero: Tengo entendido que dejó escrito un último guión todavía no estrenado, "Los girasoles ciegos". Volveremos a hablar de él cuando se produzca el estreno.

   El nombre de Paul Scolfield probablemente a la mayoría de gente no le diga nada, ya que fue principalmente un actor de teatro (quienes le vieron ahí dicen que uno de los más grandes ingleses del siglo XX), que en pocas ocasiones trabajó en cine, pero que a mi entender dejo a la historia del cine dos interpretaciones extraordinarias: la de Santo Tomás Moro en "Un hombre para la eternidad", que le valió el Oscar, y la del magnífico villano oficial nazi que interpretó en el injustificadamente olvidado filme bélico de John Frankenheimer "El tren". Por eso mi pequeño homenaje a este actor cuya muerte ha pasado de puntillas en la mayoría de medios de comunicación.

   Y por último y no menos importante, la desaparición de uno de los pocos mitos que quedaban vivos del Hollywood clásico, el gran actor Richard Widmark, cuya filmografía abarca más de 40 años. De él se podría decir perfectamente la mítica frase de Mae West: cuando era bueno era muy bueno, pero cuando era malo, era todavía mejor. Uno de los grandes villanos de la historia del cine, del que me gustaría destacar la primera película que hizo: la sádica imagen como gángster en "El beso de la muerte", donde empujaba a una anciana paralítica escaleras abajo con la más sádica sonrisa que se recuerda, es uno de los grandes momentos de la historia del cine negro. Tuvo muchas grandes interpretaciones más, pero ésta sigue siendo mi preferida.

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