editorial

   Bienvenidos a mi blog de críticas de cine. Ya que esta semana no me apetece hablar demasiado del conflicto en Oriente Medio (todo lo que se diga ante esta barbaridad es poco), que meterme con Aznar me cansa un poco (le meto directamente a su comentario sobre el "exotismo histórico" de Obama el título de hijo de puta de la semana) y que las noticias sobre el tiempo me han dejado un poco "frío" (¿qué esperabáis en el mes de enero? ¿ir con bañador a la playa?), sí que me gustaría hacer algunos pequeños comentarios sobre cosas que he leído sobre cine estos días.

   En primer lugar, ampliar mi crítica sobre las nominaciones a los Goya. "Felicidades" por nominar dos filmes ("El truco del manco" y "El juego del ahorcado") que se estrenan este mes de enero y uno ("Donkey Xote") que se estrenó en diciembre de 2007. A ver si aprenden de una vez que los filmes se tienen que haber estrenado el año en curso, y no me sirve que se hayan estrenado durante una semana en Calahorra (que me disculpen los de Calahorra, pero sé que es la costumbre de Garci de hacer estrenos fantasma en poblaciones pequeñas para aprovechar el tirón de los Oscar), y si no les llegan el número de nominados, que dejen el premio desierto o que nominen a menos gente.

   Me llama la atención en el por otro lado excelente libro que publica Ediciones JC sobre el cine estrenado en 2008 (muy recomendable libro para el que no lo conozca, aunque no siempre comparta sus opiniones: contiene muy amplias críticas de los filmes estrenados y un buen puñado de los carteles originales) un extraño gazapo: cuando comenta el estreno de "El tren de las 3.10" dice que es un remake de "Dos cabalgan juntos". Teniendo en cuenta que el filme original de Delmer Daves sólo se parece al de John Ford en que ambos son películas del Oeste, no me explico cómo el responsable del artículo ha metido la pata de esta manera.

   Y, por último, me llama la atención que "Fotogramas", en su sección "Preguntas sin respuesta", se pregunte porqué los actores del filme "Il divo" van tan exageradamente maquillados. Sencillamente porque estamos hablando de una caricatura o farsa, género que por definición suele exagerar de manera cómica los rasgos más singulares de una persona, y una manera de exagerarlo es utilizar el maquillaje.