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carlosmartinez

sin compromiso

   Es curioso el caso del director y productor canadiense Ivan Reitman. Empezó dándose a conocer produciendo los primeros filmes de terror de David Cronenberg, pasó al cine norteamericano para dirigir grandes éxitos en comedias como "El pelotón chiflado",  "Los cazafantasmas" o los intentos en la comedia de Arnold Swcharzenegger, fracasó estrepitosamente con "Evolución" y dejó de dirigir habitualmente, solo ha producido que yo recuerde las películas de su hijo Jason.

   Ahora vuelve de nuevo con "Sin compromiso", enésimo y bastante discreto intento de hacer algo decente con la comedia romántica hollywoodiense. De acuerdo en que el guión es más atrevido en términos sexuales que otras películas por el estilo y que el filme se beneficia del buen hacer de Natalie Portman (a la que extrañamiente alguien dijo en un telediario que era francesa; nació en Israel) y del veterano Kevin Kline. Pero el veterano Reitman poco puede hacer con un actor mediocre como Aston Kutchner y con un guión repetitivo y demasiado previsible en su desenlace.

   Por otro lado, no querría dejar de comentar una cosa: ¿realmente cierto público se entera de cuándo acaba un filme? Me explico: en el filme empiezan los títulos de crédito finales, pero se suceden una serie de escenas en que se explica lo que les pasa a los personajes del filme, y que evidentemente se ha de considerar el final del filme, no es una broma como se suele poner al final de los títulos de crédito. Pues bien, al menos en la sala donde vi el filme, casi nadie se molestó en echar un vistazo a lo que pasaba en pantalla, tomó las de villadiego sin más contemplaciones. Yo entiendo, no comparto, que uno no se espere a ver todos los títulos de crédito (yo sí que me quedo siempre, me gusta oir tranquilamente la banda sonora o alguna canción adicional, amén de posibles sorpresas finales), pero si pasan cosas claramente, yo creo que vale la pena esperar, ¿no creéis? Es como si en una obra de teatro no esperásemos al final de los aplausos (es más, no todas las obras acaban con los aplausos, conozco algunos musicales que se repite algún número) o si en un concierto nos fuésemos  cuando la orquesta o el artista comenzase los bises y las propinas... El filme de Reitman, es discreto, pero no es tan desastroso como otros del género, entretiene a espectadores poco exigentes.

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