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carlosmartinez

la felicidad nunca viene sola

   Y si alguien se hubiese atrevido a estrenar como película americana una tontería cómica como una casa como es La felicidad nunca viene sola, seguramente los palos todavía habrían sido mayores. La película es la misma memez que cualquier película romántica yanqui, no hay ni una sola escena original, solo el protagonista masculino intentando ligarse a una Sophie Marceau (mal gusto no tiene el hombre, la verdad) experta en darse porrazos de todo tipo (tiene gags más dignos de un programa de vídeos caseros que de una buena comedia) e intentando conquistar el corazón de sus retoños. No es difícil adivinar cómo acabará la cosa, lo hemos visto tantas veces ya que hasta es probable que en esta ocasión el remake americano ya tenga unos cuantos años de antigüedad. Lo dicho, en todas partes cuecen habas, y en cierto cine francés comercial, a calderadas.

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