Amour
Hace algunos días me preguntó alguien a que conozco que qué me había parecido el filme de Michael Haneke Amour, filme que odio profundamente por las razones que luego comentaré. Ante su extrañeza, puesto que a él le gusta Haneke, y dado que lo mío no es precisamente la oratoria, no supe bién expresarme de porqué no me gusta. Como me expreso mejor con la escritura, mejor lo haré aquí.
No me gusta la forma de rodar de Haneke, en general me parece demasiado truculenta y fría, especialmente en la para mí infausta Funny games (esas miradas de los asesinos a cámara buscando complicidad me parecen horrorosas, luego volveré a hablar de lo de mirar a cámara, porque en Amour vuelve a hacer un uso terrible de lo mismo, en mi opinión). Me pasa lo mismo que con von Trier, no puedo con sus filmes, buscan a menudo gratuitamente enervar al espectador de una manera que a mí me molesta mucho, creo que se tiene que ser más sutil.
Y Amour empieza en principio de otra manera, he de reconocer que la primera escena entre Jean-Louis Trintignant y Emmannuelle Riva, de la que he colgado dos fragmentos arriba es maravillosa, cómo en un prodigioso plano-contraplano un marido descubre que su mujer está muy enferma, que no responde y que nada va a ser igual en ese matrimonio es lo mejor que he visto en un cine en mucho tiempo, sin necesidad de manipular al espectador, al que coloca en un plano intermedio entre los dos para que se pueda mantener imparcial (el punto de vista y dónde se coloca la cámara me parece básico en cómo contar una película). Le sigue una primera parte primorosa contando la vida cotidiana de la pareja, sus problemas con la enfermedad y su relación con su hija.
El problema empieza cuando Haneke comienza a cargar las tintas conforme la enfermedad avanza. El director alemán parece que no conoce ni la mesura, ni la elipsis ni la síntesis y por momentos da la impresión de que se regodea enseñando el sufrimiento de la mujer (tanto "me duele" empieza ya a revolverme las tripas). Y si hablaba de que dónde se coloca la cámara dice mucho de las intenciones de un director, Haneke opta por la opción para mí más perversa, discutible, repugnante y manipuladora. Me refiero en la escena (no la cronometré, pero a mí se me antojó exasperadamente larguísima) en que Trintignant, colocado en el lugar de la cámara, da de beber a su mujer, y esta nos mira a los ojos directamente. Siempre he oído (no solo ahora que participo en cortos y trabajos de creación audiovisual) que el riesgo de que mire el actor a una cámara es que el espectador entre demasiado en la historia, lo que en teatro se llama romper la cuarta pared cuando el actor comienza a hablar con el espectador, cosa que se puede asumir si el director lo hace bien. Lo que hace Haneke para mí es peor, al colocarnos desde el punto de vista de Trintignant nos está manipulando, nos está obligando a tomar partido y pedir lo que va a pasar luego, nos esta pidiendo que tomemos partido por una opción moral que por lo menos debería ser discutible éticamente. A mí la opción de Haneke de manipular emocionalmente me repugna, me recuerda al peor cine propagandístico, me parece tramposa, maniquea, me revuelve las tripas y no puedo con ella. No puedo darle ni siquiera el aprobado a una película en su fondo y en su forma deleznables, por mucho que me guste el trabajo de Trintignant y Riva.
3 comentarios
JUAN DREYER MURNAU -
NO ES EN ABSOLUTO EFECTISTA. EL ASESINATO DEL MARIDO, ES UNA NARRACIÓN IMPRESCINDIBLE, NECESARIA.
LOS EFECTISMOS YANQUIS NO SON IMPRESCINDIBLES.
ESTA PELÍCULA ES UNA PRECIOSIDAD. HAY QUE ESTAR MUY COLONIZADO PARA NO DISFRUTARLA.
JUAN ALDEA
Carlos Martínez Osorio -
JUAN DREYER MURNAU -
SI A TI NO TE HA GUSTADO DEBE SER PORQUE NO HAY RITMO FRENÉTICO, NO HAY EFECTISMOS, NO HAY SUPERFICIALIDAD, NI FINAL FELIZ FORZADO.
EL RITMO PAUSADO TE PERMITE REFLEXIONAR Y DISFRUTAR DE LAS IMÁGENES. DESCOLONIZATE Y DISFRUTARÁS MÁS DEL CINE.
A TODO LO QUE DICES NO LE VEO SENTIDO. ¿COMO PUEDES DESPRECIAR UNA OBRA MAESTRA?
YONO LE DOY UN 10,LE DOY UN TRILLÓN DE TRILLONES.
ES UNA GENIALIDAD, NO TE ENTIENDO.