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carlosmartinez

Phenomena: Viento en las velas

 

En su segunda sesión del ciclo de aventuras, Phenomena proyecta Viento en las velas, una de las obras maestras de Alexander Mackendrick, director norteamericano afincado en Reino Unido injustamente olvidado por muchos, y también vilipendiado por algunos cegatos como autor de comedias "ligeras". Desde luego, la mala uva negra de El hombre vestido de blanco y El quinteto de la muerte, el cinismo de No hagan olas o la demoledora visión del periodismo sensacionalista de Chantaje en Broadway tienen poco de ligero.

Y si alguien piensa que Viento en las velas es una amable película infantil de piratas va muy equivocado. La mejor definición que ha escrito alguien sobre el filme la hizo un crítico diciendo que era como ver a Shirley Temple descuartizar a un cachorrillo mientras cantaba una alegre cancioncilla. Ya en El quinteto y El hombre Mackendrick demostró que la inocencia y los buenos propósitos no eran  tan inocentes y que podían causar estragos, pero lo hacía con adultos. Aquí va mucho más allá, dentro de lo que le dejo el estudio Fox, que asustado ante el resultado le obligó a recortar algunas partes del guión. Mackendrick en principio parte del rol habitual entre pirata y rehén, pero lo pervierte, y partiendo de la reacción infantil e inocente convierte a los niños en los amos y dueños del barco (con reacciones poco recomendables) y a los piratas en meros corderitos temerosos de los nuevos amos. El resultado, una de las mejores películas de aventuras de todos los tiempos, de un enorme pesimismo y un final nada complaciente, con un excelente reparto con Anthony Quinn y James Coburn a la cabeza, sin olvidar a los niños, entre los cuales uno se acabaría convirtiendo en un afamado escritor, Martin Amis. Mackendrick acabó sus días como profesor (su último filme data de 1967 y murió en 1993), buena muestra de que sus coetáneos no acabaron de entenderle y de que Hollywood y el cine inglés no ha tratado bien a sus directores más extraños, ni siquiera en la época clásica.

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