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carlosmartinez

malditos bastardos

   Una vez vista la nueva obra maestra de Tarantino, "Malditos bastardos", llama la atención la tibia acogida que tuvo en el Festival de Cannes (cosa que desgraciadamente pasa a menudo en los festivales: las películas que pasan desapercibidas luego se llevan el gato al agua en taquilla y premios posteriores). Se dijo de ella que era excesivamente larga (que me digan los críticos por dónde cortarla;  yo sinceramente me vería incapaz), que Tarantino se repetía demasiado (que tire la primera piedra el maestro que no se repite: creo que ésto es el cine de autor según lo consideraban los críticos de "Cahiers de cinema", tener un mundo propio reconocible) y que era excesivamente violenta.

   No negaré este último punto, porque es evidente, pero sí me gustaría añadir una cosa que ya he dicho en otras ocasiones: el violento Tarantino es probablemente (con permiso de Allen, por supuesto) el mejor dialogador y director de comedia que tiene el cine americano actual. Esta dicotomía probablemente venga de su extraña cinefilia, capaz de admirar y descubrir en Occidente a Wong Kar Wai y de poner a su productora el nombre de un filme de Godard, y a la vez de "homenajear" en su último filme al galan de subproductos Hugo Stiglitz o al siniestro director italiano Antonio Margheritti (más conocido como Anthony M. Dawson, fue autor de varios de los peores filmes italianos de la historia, casi todos copias de saldo de filmes de éxito). Y película a película sigue siendo uno de los más originales y libres directores americanos.

   Y su último filme es una buena muestra de todo lo dicho. Un prodigio de narración siniestra, cómica, pausada y trepidante todo a la vez, que se vé sin pestañear aunque se tome a mofa un tema tan serio como el nazismo (aunque parezca mentira, no está tan lejos de Lubistch o de Chaplin), y que también resulta un homenaje a gente tan dispar como Leone, Clouzot o Aldrich (porque si no me he despistado con algún personaje, si incluimos a las dos chicas y al negro del cine, me salen "12 del patíbulo", porque no se explica en ningún momento el origen de los bastardos ni esa misteriosa cicatriz en el cuello de Brad Pitt que claramente es la marca de una soga). Todo el reparto está perfecto, especialmente Pitt (que haría bien en dedicarse exclusivamente a la comedia: está mucho más dotado para élla, en vez de chorradas como Benjamín Button), Eli Roth (que por cierto, siendo judío ha dirigido el filme nazi que se exhibe durante el final del filme), Melanie Laurent y Daniel Brühl. Pero mención aparte merece el hasta ahora desconocido actor austríaco Christoph Waltz, justo ganador del premio de interpretación de Cannes (y los que le caerán), que hace uno de los más memorables malvados de los últimos años (nadie ha dicho los diálogos de Tarantino como en la magistral escena de la granja) y paradójicamente también uno de los mejores comediantes de los últimos años (la impagable y a la vez terrible escena del zapato es una buena muestra: empezando como una divertida parodia de la Cenicienta, resulta casi terrorífica en su resolución; no perderse tampoco los diálogos en italiano con Roth y Pitt, pura alta comedia). Por si queda alguna duda a alguien, una de las grandes películas del año. 

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