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carlosmartinez

harry potter y las reliquias de la muerte parte 1

   A estas alturas de la saga del célebre mago, ya no sé que decir más que no haya dicho: que la historia que cuenta no daba para siete libros, que los responsables (no sé si es cosa de los libros, pero sospecho que sí) copian a base de bien a otros autores (especialmente a Tolkien), que el tal Lord Voldemort es en pantalla uno de los villanos más risibles de los últimos años (da más miedo en esta última entrega la mirada inicial de Bill Nighy que el maquillaje estrambótico de Ralph Fiennes, que recuerda al calvo aquel que anunciaba la lotería, en un día que se haya levantado con el pie izquierdo)...

   Y si todo esto ya estaba presente en los anteriores títulos, en esta nueva entrega se acentúa con la dudosa (perfectamente válida desde el punto de vista comercial, pero que artísticamente no lleva a ningún lado) decisión de hacer un filme más largo en dos partes. Porque la primera que nos llegó ayer es un sopor, los minutos caen como losas sin que pase nada (muy grave para un filme de entretenimiento) lo más mínimamente interesante. Porque la historia del horrorcrux que hay que destruir (por cierto, no sé si me he perdido, pero al principio del filme se dice que era el tercero que tenían que destruir, y al final dicen que ya van cuatro: ¿error o qué ha pasado?) recuerda sospechosamente a la del anillo de "El señor de los anillos. Porque el director se muestra completamente incapaz de dar emoción a la historia ni de darle sentido (uno hay momentos de que uno no sabe ni quién ha muerto ni quién vive, ni quienes son algunos de los personajes: es confusión y caos) ni de hacer mínimamente bien una escena de acción. Porque los personajes que a uno le gustaban de la función o la palman enseguida o parecen extras (bueno, lo de Alan Rickman tiene un pase, o al menos eso creo porque tiene más protagonismo en la continuación del libro). Y porque alguien cometió un error de diseño en el personaje de Lord Voldemort (pobre Ralph Fiennes) y un error de cásting al elegir a la aquí inaguantable Helena Bonham-Carter, que da un nuevo sentido a la palabra sobreactuación. Y lo más grave es que poco misterio hay: aunque no haya leído el libro me huelo el percal de qué va a pasar con el personaje de Rickman por un lado y con la nueva varita de Voldemort por el otro (la solución y ver si estoy en lo correcto el verano que viene). Del desaguisado se salvan la banda sonora del gran Alexandre Desplat y la excelente escena de animación donde se cuenta la historia de las reliquias de la muerte, lo demás mejor olvidarlo. Hasta ahora, el peor filme de la saga y ya es decir.

 

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