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carlosmartinez

editorial/el castor

   Bienvenidos a mi blog de críticas de cine. Ante todo, felicitar al PP por un lado y a Xavier Trias por el otro, por sus sendas victorias en las municipales. Que no comulgue con sus opiniones no tiene nada que ver con que sepa aceptar su victoria. Eso sí, en el caso de mi ciudad, Barcelona, desearía por parte de los responsables de la Policía y de los Mossos de Escuadra que no utilicen medios policiales como los que utilizaron ayer en la Plaza Catalunya, mal vamos si volvemos a dar palos a gente desarmada y pacífica como se vio ayer por televisión.

   Suele pasar que el paso del tiempo y el olvido haga que algunos fallecimientos en el mundo del cine pasen desapercibidos. Ayer me enteré de dos fallecimientos en las últimas semanas de dos actores que tuvieron cierto éxito en su momento y que hace tiempo que quedaron olvidados.

   Jackie Cooper fue un niño prodigio en los años 30 bastante popular, con filmes muy conocidos en su momento como Skipy (nominación al Oscar incluida al niño), la serie de La pandilla y dos clásicos como el "Campeón" de King Vidor o la versión de La isla del tesoro de Victor Fleming. Para los espectadores menos viejos, su papel más recordado es el del director cascarrabias del Daily Planet de los filmes de Supermán de Christopher Reeve.

   Michael Sarrazin fue un actor canadiense bastante conocido en los años 70, pareja en su momento de Jacquelinne Bisset. Su filme más recordado actualmente es la gran película de Sidney Pollack "Danzad, danzad, malditos"

   Descansen los dos en paz.

   Pasando a los filmes vistos estos días, el a priori más interesante, "El castor", finalmente ha resultado un fiasco. Remake inconfeso del filme del olvidado Henry Koster "El invisible Harvey" (casi siempre mal encasillado como filme infantil, ya diré después por qué), el filme adolece principalmente de un guión francamente flojo (que encima llevaba tiempo por Hollywood con fama de bueno, con lo que se confirman dos cosas, que en Hollywood cada vez tienen peores guionistas, y que los ejecutivos no tienen idea de buenos guiones). Si en el filme de Koster un borracho acababa viendo conejos invisibles en plena cogorza (¿sinceramente esto se puede considerar un filme infantil?; yo creo que no), en el de Jodie Foster, un Mel Gibson ¿deprimido? (yo creo que el guionista se ha confundido de enfermedad mental, por lo menos yo con depresión no tengo personalidad múltiple ni voy hablando con castores de peluche, en plan Murdoch del Equipo A) con la botella en la mano se pega un golpe en la cabeza y empieza a hacer de ventrilocuo con la marioneta de marras. Lo que podía haber dado para un cortometraje más o menos aceptable se estira con mucha repetición de situaciones y mucho buen rollito en plan Frank Capra a lo largo de una interminable hora y media. Ni siquiera un giro brusco dramático que no comentaré para no hacer spoiler salva el tedio. El filme es soso, tópico y tontorrón, indigno en la dirección de una gran actriz como Foster, y en que Mel Gibson acaba cansando con su numerito de doble personalidad. El  fiasco comercial está siendo generalizado donde se ha estrenado. Muy, muy floja.

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