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carlosmartinez

templario

   Digámoslo claro: el filme británico Templario es un completo y absurdo disparate, un delirante cruce entre Robin Hood (cambiando ladrón por caballero templario, el rey es el mismo), Braveheart (de risa los daneses pintados de azul) y El Álamo (algún personaje, como Charles Dance, recuerda sospechosamente a Sam Houston), cubierto de mugre, sangre y mucho higadillo. Si se añade un protagonista, James Purefoy, que sigue sin dar la talla como presunto héroe de acción tras Solomon Kane y esta, y un histriónico y muy pasado de rosca Paul Giamatti que hace probablemente la peor interpretación de su vida, el desastre es mayúsculo, ni siquiera lo pueden salvar la presencia de tres grandes actores británicos como Brian Cox, Charles Dance y Derek Jacobi. Para salir corriendo, y encima cubrirá cuota de cine europeo en detrimento de joyas como la todavía inédita aquí Hunger o trabajos de prestigiosos cineastas europeos como el último filme de Claude Chabrol.

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