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carlosmartinez

los tres mosqueteros

   Antes de analizar la nueva versión de Los tres mosqueteros, me gustaría aclarar algo que le pasado por alto a muchos: no es para nada un blockbuster yanqui (allí está pendiente de estreno), sino una superproducción europea entre Reino Unido, Francia y Alemania.

   Lo primero que desconcierta del por otro lado divertidísimo filme es su casi completo alejamiento del realismo y de la novela de Dumas . Por un lado conviene recordar que lo que hizo Dumas no era precisamente hacer una novela histórica, sino tomar un personaje que existió en realidad (D'artagnan fue un alto militar francés del siglo XVII) e inventarse algo que no tenía que ver con la realidad, amén de convertir a uno de los personajes intocables y más famosos de la historia francesa en un memorable villano (el cardenal Richelieu). Por otro, tampoco ninguna de las adaptaciones que conozco de la novela son fieles a ella, ni el pseudomusical (la mejor de todas, para mí) de George Sidney, ni la de Richard Lester ni la muy lamentable de Disney de los años 90 (existe una muy famosa de Allan Dwan en los años 30 con Don Ameche que no recuerdo haber visto), por no hablar de la célebre versión animada para televisión o de la parodia de Cantinflas.

   Pues bien, lo que ha hecho el especialista en versiones cinematográficas de videojuegos Paul W. S. Anderson es un puro cachondeo. Se toma por el pito del sereno (me recuerda al Tarantino de Malditos bastardos, aunque es inferior, evidentemente, y al Sherlock Holmes de Guy Ritchie) la verosimilitud histórica (hasta en detalles de rodar en Versalles, palacio posterior a los hechos que cuenta Dumas), la fidelidad a Dumas y lo que haga falta, ofreciendo un vistoso espectáculo fantástico con mosqueteros en plan James Bond, tesoros escondidos con trampas imposibles a lo Indiana Jones, barcos voladores en plan dirigible creados por Leonardo da Vinci, y malvados (Orlando Bloom) con tupés delirantes. El resultado es francamente divertido en su delirio y cuenta con un estupendo reparto, con un sibilino Chistoph Waltz, un actor joven como D'artagnan que da el tipo aunque no sea buen actor, unos paródicos Milla Jovovich y Orlando Bloom (no les conocía el sentido de la parodia) y unos tres mosqueteros interpretados por actores ingleses francamente divertidos. El resultado es un delirio que probablemente irritará a los amantes de Dumas y de la fidelidad histórica, pero que hará disfrutar a los amantes del cine palomitero. Y como es tradicional en los actuales blockbusters, el final anuncia secuela, supongo que dependerá de su funcionamiento en taquilla.

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