el chico de la bicicleta
El chico de la bicicleta es para mí la mayor de las decepciones de los filmes que he visto de los hermanos belgas Dardenne. De unos directores especializados en melodramas sobre el mundo obrero de su país, siempre muy críticos con su sociedad, no esperaba un filme blandito que, a pesar de algunos momentos truculentos, acaba pareciendo un cuento de hadas con niño abandonado por su padre y con una peluquera convertida en su hada madrina. Tiene un buen reparto y no aburre, pero se queda muy, muy lejos de su más que evidente referente, la magistral Ladrón de bicicletas y de otros filmes de sus autores como Rosetta o la promesa, el premio de Cannes le viene muy grande.
1 comentario
Miguel -
Tuvimos la historia en la cabeza por mucho tiempo: una mujer que ayuda a un chico a salir de la violencia que lo mantiene prisionero. La primera imagen era de este joven, este manojo de nervios apaciguado, calmado gracias a otro ser humano. Primero imaginamos a Samantha como una doctora, pero decidimos hacerla una peluquera asentada en el vecindario desde hace ya mucho tiempo. [...] Nos imaginamos un triángulo geográfico para este filme: la ciudad, el bosque y la gasolinera. El bosque es atractivamente peligroso para Cyril, es el lugar donde aprendería a convertirse en ladrón. La ciudad encarna el pasado con su padre y el presente con Samantha. La gasolinera es un lugar de transición donde el argumento da muchas vueltas. Quisimos construir la película como una especie de cuento de hadas, con malosos que hicieran que el chico perdiera las ilusiones, y con Samantha, que se aparece como una suerte de hada madrina. Por un tiempo pensamos llamar al filme Un cuento de hadas para nuestros tiempos.