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carlosmartinez

editorial

   Bienvenidos a mi blog de críticas de cine. La semana ha sido profusa en noticias, las más importantes en relación con el mundo de la justicia y el sentido del humor, y tengo poco tiempo, intentaré hablar de todo, aunque perdonadme si en algún momento tengo que abreviar.

   Empecemos con Garzón y el revuelo ocasionado con su inhabilitación. Ante él y la sentencia tengo posiciones muy enfrentadas, casi me siento como una especie de Dr. Jeckill y Mr. Hyde. Admiro los huevos que le echa a temas escabrosos y me indigna que él haya sido inculpado antes que los sospechosos que juzgaba. Pero por otra parte tengo la impresión, siendo izquierdista, de que monta demasiado el número, que es demasiado primma donna, y que comienza mucho pero no acaba nada, y que ha bordeado peligrosamente los límites de la justicia: salvo que haya cambiado la ley y no me haya enterado, el secreto entre abogado defensor y cliente es un derecho básico en cualquier persona juzgada, y Garzón lo ha puesto en peligro con unas escuchas que me parecen en el límite de la legalidad, estamos en el terreno de Maquiavelo, el fin no sé si justifica los medios, no todo es blanco ni negro. Lo dicho, estoy hecho un lío.

   Más claro tengo el caso de Alberto Contador, y ahí sí que claramente no se han respetado los derechos de una persona juzgada. Alegarán los jueces de que el ciclista no ha mostrado pruebas de su inocencia. El problema es que tampoco hay pruebas suficientes de su posible culpabilidad, y la presunción de inocencia es un derecho básico de todo acusado, el juicio creo que con lo que hay debería haber sido nulo o sobreseido por falta de pruebas contundentes.

   Y el tema de Contador me lleva al otro tema de la semana, la que se ha armado por una parte con los chistes de los guiñoles y por otra con el caballo de Pa negre en los premios Gaudí. Creo que la función de un humorista es provocar, pasarse del límite, aún a costa de enfadar a la clase política, y jamás ser políticamente correcto (otra cosa es si el chiste es bueno o no, los de los Gaudí parece ser que eran bastante malos), y desde luego ironizar sobre la realidad, no reflejarla (no creo que nadie en sus cabales crea que todos los deportistas españoles estén todo el día dopándose, ni firmando contratos con jeringuillas). Especialmente me llama la atención que los que se han rasgado las vestiduras luego pongan por las nubes a Ricky Gervais (hace exactamente ese tipo de humor) o a las caricaturas de Mahoma (estamos en lo mismo, no todos los árabes van poniendo bombas por ahí y mucho menos el profeta, estamos exagerando, no reflejando), a eso le llamo hipocresía, más grave en un país como el nuestro cuya extrema derecha mandó a los militares a cerrar una revista por meterse con la Guerra de Marruecos (Cu-cut), puso una bomba a una revista humorísticas causando un asesinato (El papus) o metió una compañía de teatro en la cárcel por meterse con la pena de muerte y la dictadura (Els joglars). El humor satírico y cafre puede gustarnos o no, pero lo creo necesario, no todo va a ser humor blanco.

   Por último, esta semana se han entregado los antipremios Yoga. Tengo poco tiempo para comentarlos, lo siento, pero destacaría los concedidos a la película española ("No me vuelvas a contar cómo pasó", a La voz dormida), el especial a los Premios Gaudí (al discurso del rey, ¡Joel, qué discurso!) y el especial No es "país" para egos para Carlos Boyero. El resto los podéis ver en www.catacric.org , como siempre son muy divertidos.

 

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