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carlosmartinez

editorial/ miel de naranjas

   Bienvenidos a mi blog de críticas de cine. Llegó la Eurocopa, muy emocionante para los que nos gusta el fútbol, pero a la vez un disgusto para que los que nos gusta el cine. Porque como suele ser habitual desde tiempos inmemoriables (no es desde que triunfa la roja, el tema viene de mucho antes), las distribuidoras deciden que los cinéfilos pasan de ver filmes en los cines y nos toman el pelo ofreciéndonos la peor programación disponible. Lo de este fin de semana ha sido de juzgado de guardia, nos han metido dos películas de sonoro fracaso en USA (El gran año y Project X), unos cuantos títulos europeos de desconocida procedencia o que en otras épocas del año tendrían difícil salida por ser experimentales (por mucho Goya que tenga, el cine de Jaime Rosales difícilmente tiene éxito comercial), que seguramente pasan por los cines para cubrir la obligada cuota de cine europeo. Solo se sale ligeramente de la norma el filme que le ha supuesto a Carmen Maura el César por el premio (ya lo comentaré la semana que viene), lo demás es para echarse a llorar.

   Lo peor es que podrían haber elegido otras soluciones, porque no estoy de acuerdo de que la gente se queda en casa estos días con el fútbol. La muestra es que si uno se pasó la noche del pasado viernes por el cine Urgel de Barcelona, podría haber comprobado que estaba prácticamente lleno un cine de 1800 localidades para ver dos filmes de los años 80, Flash Gordon y Conan el bárbaro, está claro que la gente si se le hace una oferta atractiva va al cine, lo que no quiere es que le tomen el pelo con películas de quinta fila, con películas de gente que no conoce (que levante la mano el que conozca a gente como Isabel  de Ocampo, Anthony Order, Brian March o David Mackenzie, estos son algunos de los directores de las películas de esta semana) o con películas que cree que no va a entender, hay otras soluciones, como ofrecer precios reducidos, o poner estrenos más interesantes, creo.

   Pasando a otros temas, tengo que comentar el fallecimiento de uno de los grandes de la literatura de ciencia ficción, el escritor Ray Bradbury. No sabía si incluirlo dentro de las necrológicas de cine, porque el único guión importante que le recuerdo es el de Moby Dick, pero creo que alguien que escribió Farenheit 451, El ruido de un trueno (luego comento algo más sobre este relato), Crónicas marcianas o El hombre ilustrado, todas llevadas con mayor o menor fortuna al cine o a la televisión, merecía el homenaje de un cinéfilo y aficionado a la literatura fantástica. Y esto que voy a comentar puede ser motivo de discusión, pero yo le considero más padre del llamado "efecto mariposa" que al científico Lorenz, al fin y al cabo este último habló en su teoría del aleteo de una gaviota, quien creo que habló de que un pequeño incidente con una mariposa podía provocar una catástrofe fue Bradbury en uno de sus relatos más conocidos, el ya mencionado El ruido de un trueno, lamentablemente llevado al cine hace unos años en la muy torpe El sonido de un trueno. Descanse en paz Bradbury. 

   Pasemos a comentar los restos del naufragio, perdón, los filmes vistos estos días (no muchos, porque la oferta desde luego es para echarse a llorar, porque me fui a Phenomena y porque he tenido otras cosas que hacer), y empecemos por Miel de naranjas, discreto filme de Imanol Uribe, aunque con algunas cosas interesantes.

   He de reconocer que hace tiempo que no veo los filmes que dieron fama en la época de la transición a Imanol Uribe, los filmes sobre ETA El proceso de Burgos, La fuga de Segovia, La muerte de Mikel y Días contados, filmes con bastante prestigio en su momento, pero a los que no sé si el tiempo los ha tratado bien. El caso es que el resto de la filmografía de Uribe es bastante flojo, no le recuerdo un filme redondo fuera de aquellos sobre terrorismo que le dieron fama. Miel de naranjas no es una excepción, tiene un guión habilidoso (bastante mejor que el de La voz dormida, con el que tiene algunos paralelismos), que intenta evitar en la medida de los posible el exceso de maniqueismo, pero el filme tiene una dirección plana y un desarrollo  previsible (las sorpresas de algunos personajes se ven venir) que hace que el espectador acabe aburriéndose. Tampoco ayuda la interpretación de su joven protagonista, el desconocido Ibon Gárate, a mí no me parece convincente ni tiene suficiente frescura. Lo mejor del filme es la presencia de dos grandes de nuestro cine, Karra Elejalde y Eduard Fernández, ellos sí dan fuerza como villanos a un filme discreto cuando no salen, el premio a la mejor dirección en el Festival de Málaga me parece que le viene grande, no es eso precisamente lo más destacado de la película.

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