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carlosmartinez

El capital

 

De Constantin Costa-Gavras tengo que reconocer que tiene cosas que me fascinan y otras que me repelen. Admiro que en más de cuarenta años de profesión siga siendo la mosca cojonera que siempre ha escarbado en la basura de cualquier poder, sea político o financiero; admiro que siempre ha sido un portentoso director de actores, pocas veces gente como Yves Montand, Jack Lemmon (en su vertiente dramática), Sissy Spacek, Jessica Lange o Ulrich Mühe han estado tan bien como en sus manos, y admiro películas políticas de la talla de Estado de sitio, Desaparecido, La caja de música o Amén. Lo que ya no me gusta tanto es su sempiterna tendencia a lo obvio y al subrayado en algunos filmes que por momentos le pierde. Su filme más famoso, Z, ha envejecido mal por esta razón y en Desaparecido la imagen de la morgue con los muertos desparramados hasta por los techos dice mucho más que algunas obviedades que dice el desesperado padre que interpreta Jack Lemmon.

Su último filme, El capital, lo considero dentro de su filmografía un título menor en el que podemos ver tanto las virtudes como los defectos del director. Su visión del mundo de las finanzas es tan atroz como uno se puede imaginar que debe ser en realidad en la mayoría de los casos, y la dirección de actores es formidable, el protagonista Gad El Maleh es muy creible como trepa sin escrúpulos y Bernard Lecoq (los que crecimos en los 70 y 80 no podemos apartar su imagen como anunciante de una famosa marca de tónica) y Gabriel Byrne resultan terroríficamente siniestros y creibles. Pero le pierde una por muchos momentos una trama rocambolesca y confusa, y la ya mencionada tendencia a lo obvio (esa mención a Robin Hood está muy vista) y al subrayado (la frase final sobra, ya sabemos muy bien lo que va a pasar con ese consejo de administración cuando empiece la crisis). El capital es un filme demasiado irregular, tiene buenos momentos, pero de un grande del cine francés como Costa-Gavras hay que esperar mucho más.

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