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carlosmartinez

Anna Karenina

Más carteles, no puedo evitarlo, son mi debilidad, pero al contrario que en otras ocasiones, me gustan mucho los dos, os dejo que juzguéis vosotros mismos.

A pesar de que tiene varias películas muy conocidas, el director británico y yerno del recientemente fallecido Ravi Shankar Joe Wright no  es demasiado conocido en España. Tengo curiosidad por conocer sus trabajos para televisión, especialmente un Charles II multipremiado del que he oído maravillas. Desgraciadamente, solo nos han llegado sus películas para cine, y no es poco, para mí es actualmente el mejor y más original adaptador de novelas de la actualidad, capaz de dar un nuevo punto de vista a algo tan adaptado como es Orgullo y prejuicio o de hacernos creer que se puede hacer un impresionante plano secuencia en una playa de Dunkerque en Expiación (plano falso a mi entender, puesto que se vería en algún momento el travelling, estoy convencido de que está hecho por ordenador), y es  un gran director de actores. Eso sí, le agradecería que no se apartase del género de adaptaciones que le han hecho famoso, de momento sus dos películas que se desvían del género, El solista y Hanna, dejan mucho que desear.

Tras los dos patinazos que he dicho, Wright vuelve a estar en forma con Anna Karenina. Parecía imposible que alguien dijese o rodase algo original sobre la mil veces adaptada obra de Lev Tolstoi, pero lo ha conseguido. Le da un original aire teatral con decorados que giran y telones que suben y bajan (falso, hay muchos momentos en que se nota que se ha tenido que rodar en exteriores o decorados más amplios que el escenario de un teatro abandonado, especialmente la estación, la carrera de caballos o ese final lleno de hierba claramente retocado por ordenador) y se atreve a contar en dos horas lo que solo han podido hacer en series de televisión más largas, contar las dos historias paralelas de la novela, la de Karenina y la del otro matrimonio. El resultado es una espléndida adaptación donde brilla  casi todo su reparto, con una gran Keira Kneightley (Wright es de lejos el director que mejor partido le sa sacado), aunque no le da la réplica adecuadamente un blandito Aaron Taylor-Johnson. A pesar de ser suficientemente conocida la historia, el filme no aburre en ningún momento, tiene un soberbio vestuario (muy merecido Oscar) y una preciosa y grandiosa banda sonora del compositor italiano Dario Marianelli. Esperemos que Wright prosiga por este nivel de excelencia en próximos proyectos, y deseo que alguna televisión se anime a programar alguno de sus trabajos para televisión, tengo entendido que valen la pena.

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