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carlosmartinez

Phenomena: take two

 

Este sábado día 11, Phenomena recupera cuatro películas de gran éxito ya proyectadas en otras sesiones del ciclo. Cada una en su estilo merece una nueva revisión y son ya clásicos:

Gremlins:

 

No sé si es la más lograda película del gamberro Joe Dante (a mí me encantan sus anteriores Piraña y Aullidos), pero desde luego sí es la más popular y taquillera de su filmografía. Con el apoyo de Steven Spielberg productor y con un guión de un entonces casi desconocido Chris Columbus (todavía lejos de su etapa mucho menos interesante como director de Solo en casa y las dos primeras entregas de Harry Potter), Dante toma una aparentemente infantil historia de criatura adorable que en determinadas circunstancias (mojarlo y darle de comer después de medianoche) se multiplica y transforma en una legión de monstruos, y lo convierte en una auténtica gamberrada cinéfila, llena de chistes referentes a películas anteriores (los más evidentes, Blancanieves y los siete enanitos, Drácula y Dr. Jeckyll y Mr. Hyde, pero hay muchos más, incluyendo El tiempo en sus manos y Planeta prohibido) y pone patas arriba el espíritu navideño. Se le acusó por algunos medios de demasiado oscura y por momentos terrorífica, pero el resultado fue francamente bueno, y originó una secuela que a mí me gusta mucho, más destroyer, anárquica y con más homenajes por minuto, incluyendo una memorable escena donde los Gremlins se cargaban la proyección y empezaban a hacer sombras chinescas en la pantalla blanca, hasta que los interrumpía el luchador Hulk Hogan (en la edición en vídeo, Dante rizó el rizo e hizo una escena incluso mejor con unos Gremlins cuatreros enfrentados a John Wayne). Gremlins sigue estando entre lo mejor de su autor y es una deliciosa comedia negra navideña, con soberbia banda sonora de Jerry Goldsmith y con aparición como siempre del actor Dick Miller, habitual en el cine de Joe Dante y su mentor Roger Corman.

Grease:

Cuando John Travolta se convierte en estrella en 1978, el musical parecía muerto y enterrado, los últimos musicales hechos en aquella época y con muy pocas excepciones habían sido estrepitosos fracasos comerciales. Grease y Fiebre del sábado noche son casi un oasis en medio del desierto, como de momento no toca el filme de John Badham, me centraré en el filme del hoy un tanto olvidado director Randall Kleiser, proveniente de la televisión (ya había dirigido a Travolta en El chico de la burbuja de plástico, su primer papel importante) y que cosechó aquí su mayor éxito comercial junto con El lago azul. Grease es en buena medida un musical clásico, proveniente del teatro y con la típica historia mínima de chico salvaje conoce chica pija, con un estilo muy de la época que representa, años 50-60 (no en vano aparece una estrella de la época, Frankie Avalon). Pero nadie le puede criticar su alegría, su ritmo, sus canciones pegadizas (¿quién de la época  no ha taradeado Summer nights, Grease lighting o You’re the one that i want?) y sus excelentes números musicales. Confirmó el estrellato de Travolta (aunque el mismo actor se empeña de vez en cuando en hundirlo con películas lamentables como Campo de batalla: la Tierra) y lanzó al estrellato a la cantante Olivia Newton-John, a pesar de que era demasiado mayor para el papel, igual que le pasaba a la actriz Stockard Channing. Hubo una segunda parte mucho menos interesante y con diferente reparto, pero en el que tuvo su primer papel importante una entonces prometedora actriz llamada Michelle Pfeipfer. Grease sigue siendo uno de los musicales más populares de la historia del género y un delicioso filme.

 Desafío total:

Si al final de la película, el personaje de Arnold Schwarzenegger acaba dudando de si en realidad está en Marte o continúa soñando (afortunadamente no se aclara), yo pondría en seria duda de si el filme podemos considerarlo una excelente adaptación de un estupendo relato corto de Philip K. Dick o un excelente guión original de los maestros Dan O’ Bannon y Ronald Shusett. Dado que el relato es muy corto y la trama se centra en la escena de la agencia de viajes virtual, lo demás es fruto de la imaginación de los guionistas, toda la historia de que Quaid es un agente secreto solo está apuntado en el relato, y por supuesto no se habla de Marte. Si se añade un director holandés llamado Paul Verhoeven con una mala uva directamente proporcional a los músculos de Arnie, el resultado es una salvajemente divertida metáfora sobre las relaciones entre primer y tercer mundo (el tema del poder tan querido siempre por su director), una brillantísima película donde (casi) nadie es lo que parece y donde no sabes si el personaje está soñando o está viviendo la peripecia en Marte (los efectos especiales y la dirección artística le dan un aire muy onírico a Marte, y evidentemente está hecho a profeso) y un filme tremendamente entretenido. Confirmó como estrella a Arnie y lanzó a una de sus coprotagonistas a la fama, una Sharon Stone que brillaría más que nunca en el siguiente filme de Verhoeven, Instinto básico; ambos están perfectamente secundados por dos excelentes actores como Ronny Cox y Michael Ironside como los villanos de la función. Finalmente, el filme se ha hecho más popular en nuestro país por dos cosas al margen de la calidad del filme: por el extraño parecido entre uno de los personajes secundarios con el expresidente de la Generalitat Jordi Pujol (mucho más que el tan sobado con Yoda, que yo personalmente nunca lo he visto), y por una banda sonora genial del maestro Jerry Goldsmith, que en el mismo año Canal + empezó a utilizar para las retransmisiones de fútbol. Para mí una de las mejores películas de cine fantástico de las últimas décadas, masacrada en 2012 por un infame remake que sustituyó Marte por Australia (haciendo más obvio el discurso), y que carecía de todas las virtudes del filme de Verhoeven.

 Aliens, el regreso:

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 Tras el éxito de la primera parte (cuyo guión curiosamente es fruto de un dolor de estómago de su guionista Dan O’ Bannon; desgraciadamente el dolor de estómago derivaría en una enfermedad intestinal que le llevaría a la tumba y que nos privaría de uno de los mejores guionistas del cine fantástico), los productores inteligentemente le dieron la oportunidad de dirigir la secuela a un prometedor James Cameron, que venía de hacer Terminator y coescribir Rambo.

Cameron se aparta de lo poco que explica Ridley Scott sobre el origen de la criatura (casi todo eliminado en la sala de montaje), y, tomando ideas de La humanidad en peligro y la novela Starship troopers de Robert Heinlein (más tarde llevada al cine por Paul Verhoeven en una gran parodia del género), convierte a los aliens en una colonia de bichos comandados por una reina, y a Sigourney Weaver la pone al mando de un grupo de marines que se meten en la boca del lobo. El resultado: una espectacular película de guerra espacial, mal recibida en su momento entre cierta crítica seria que solo veía similitudes con Rambo (Rambo era mujer, tituló uno en España) y muy bien recibida por los aficionados que enseguida vieron lo valores de un filme muy diferente a su antecesor, tremendamente entretenido, con un reparto excelente y una villana memorable. El climax final, que comienza en el nido de la reina y acaba en un combate cuerpo a cuerpo en la nave es casi insuperable. Cameron hizo una gran película, y a pesar de sus detractores, no bajaría más del olimpor de rey del mundo. La saga no correría tanta suerte, la tercera parte de un guión que nadie acaba de entender entre los productores, despidiendo al director previsto y contratando a un debutante muy prometedor llamado David fincher, que no acaba de levantar el fallido proyecto. La cuarta tiene un guión flojísimo, ante el que poco puede hacer Jean Pierre Jeunet. Le siguen dos horrendos pastiches que enfrentan al bicho con Depredador como consecuencia de una bromita de la segunda entrega de Depredador que nunca debió pasar del chiste, y finalmente Ridley Scott hace en Prometeus una especie de precuela donde las explicaciones le salen peor que a Cameron, en un filme con ideas visuales interesantes pero guión fallido. Aliens es una de las mejores secuelas de la historia del cine, y tiene una de las mejores bandas sonoras de un James Horner mucho más inspirado que ahora.

 

 

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