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carlosmartinez

Phenomena: Con la muerte en los talones

Dentro de su ciclo dedicado al cine de aventuras, el domingo 27 Phenomena proyecta una de las obras cumbres de un genio del cine, por añadidura una de las mejores películas de la historia del cine y modelo de muchas películas posteriores:

Con la muerte en los talones:

En su libro-entrevista a Hitchcock, Truffaut definió este filme como un resumen de la etapa americana del maestro británico, como lo fue 39 escalones de su etapa británica; no seré yo quien le lleve la contraria a uno de los mejores directores y críticos de la historia del cine europeo, pero yo añadiría algo más: es un resumen y un punto de partida, sin ella no sería posible entender buena parte del cine comercial posterior.

Resumen, porque este portentoso, divertidísimo y endiablado filme contiene prácticamente casi todas las obsesiones del genial director: los falsos culpables, las confusiones de identidades, las rubias, los trenes, las madres posesivas (aunque la de aquí es casi una aficionada comparada con las que la precedieron y las que vendrían después), los besos (a Hitchcock algunos solo le recuerdan como el maestro del suspense, pero nadie ha hecho besos tan memorables como los del británico, y el del tren es de antología, aunque merece mención aparte por la censura española), los elegantes malos (Hitchcock se suele saltar la norma no escrita de que el malo debe ser un ser repugnante y deforme, tiene una galería de malos "encantadores" que hacen las delicias de cualquier aficionado), sus cameos habituales (luego hablaré también de ellos aparte), los macguffins (la excusa leve para que la historia arranque y avance), su odio a la autoridad (los polis suelen ser desastrosos en las películas de Hitchcock, y aquí la CIA no queda muy bien parada)... Hitchcock estaba en el mejor momento de su carrera, el más maduro y a la vez innovador, e hizo una película de espías genial, una comedia exquisita, un filme de acción como yo creo que no se había visto hasta el momento de su estreno, aunque como era habitual en la época la crítica americana la saludó como un mero entretenimiento (lo que dijeron de Vértigo es para echarse a llorar) y el festival de San Sebastián le ninguneó por segundo año consecutivo dándole la Concha de Oro a una buena película como Historia de una monja, pero que era muy inferior a Con la muerte en los talones. A ello ayudó un reparto perfecto, un Cary Grant que con James Stewart hizo las páginas más gloriosas de la filmografía de Hitchcock, una Eva Marie Saint perfecta como rubia gélida y con unas cuantas cosas que esconder, un James Mason inquietante como malo obsesionado con cazar a un inexistente George Kaplan y un más inquietante Martin Landau como su ayudante en su debut en el cine. Lo dicho, un genial resumen de la carrera de Hichcock, como dijo Truffaut el crítico que probablemente hizo más por ensalzar al maestro con sus críticas y un libro memorable. Pero quizás se quedó algo corto.

Pero he dicho que Con la muerte en los talones es un punto de partida, y eso quizás lo tenga que explicar. Siempre se ha dicho con razón que Hitchcock es un maestro del suspense, aunque muchos consideramos que eso casi es un insulto, puesto que es mucho más, uno de los directores más innovadores, revolucionarios y experimentales de la historia del cine. Viene de hacer una película como Vértigo llena de inventiva, pasión y momentos memorables, mal recibida e incomprendida en su momento, probablemente su obra maestra, y el hombre no se duerme en los laureles, en sus tres películas siguientes el maestro va a poner patas arriba el cine de acción y el de terror, y va a crear el cine moderno americano, aunque pocos de sus seguidores se acercarán a su altura. No voy a hablar de Psicosis y Los pájaros, porque aquí no toca, pero desde luego Con la muerte en los talones es la fuente de inspiración de todo el cine moderno de acción, empezando por James Bond y siguiendo por Indiana Jones, y si me apuráis del videojuego con su estilo de montaña rusa y sucesión de pruebas a superar por el protagonista. El filme, desde que mete a Cary Grant borracho en un coche hasta que acaba en una prodigiosa elipsis final en un tren no da apenas tregua al espectador, que atónito ve pasar una escena trepidante tras otra como nadie había hecho hasta la fecha, con una impresionante e inolvidable con una avioneta y con un climax final en el Monte Rushmore lleno de fuerza y sentido del ritmo. A ello ayuda una banda sonora maravillosa de Bernard Herrmann, también insólita para la época por su uso de la percusión y su obsesivo tema principal. Los imitadores fueron después muchos, pero yo creo que nadie lo ha hecho como el maestro, su sentido de la maravilla, el ritmo y el entretenimiento no tienen parangón, y yo creo que es una de sus películas más perfectas con Encadenados, La ventana indiscreta, Vértigo y Psicosis.

Me quedan dos cosas por comentar. Como he dicho, el beso en el tren es una maravilla, larguísimo (como suele ser habitual en Hitchcock), lleno de erotismo y maravillosamente interpretado por Grant y Marie Saint. Demasiado para la censura española, se lo escamotearon a los espectadores de la época dejando algo cojo el filme sin una de sus mejores escenas. Cuando llegó la democracia, se recuperó la escena, pero sucedió probablemente la mayor chapuza de la historia de la distribución española tras la muerte de Franco: dejaron la escena muda, sin diálogos, cuando los actores no paran de hablar entre morreo y morreo, una decisión delirante e incomprensible, subsanada afortunadamente en la VO que no sé si se ha visto alguna vez en una sala de cine española antes de Phenomena y fuera de una filmoteca.

Y finalmente, el tema del habitual cameo de Hitchcock. Solo él sabrá por qué era tan aficionado a salir brevemente en sus películas desde su época muda, si era como él decía porque al principio le faltaban extras (su versión es tan disparatada que no hay quien se la crea), si tenía un ego como un piano o si solo era una broma del mismo director que como gustaba al público se acabó convirtiendo en una imagen icónica del maestro (lo que creo más probable). Pero de vez en cuando le gustaba hacer cosas raras, salir dos veces en El enemigo de las rubias (creo también que en Sospecha, pero aquí no estoy seguro del todo), salir en fotos como Náufragos y Crimen perfecto o engañar en Rebeca mostrando una imagen de promoción delante de una cabina que no está en el filme cuando en realidad hace una tan fugaz y en segundo plano que muchos se piensan que no sale. Lo de Con la muerte en los talones es el caso más raro, tanto que todavía hay discusión si es cierto o no. Oficialmente, aparece en los formidables títulos de crédito del gran Saul Bass perdiendo el autobús, se le ve claramente y nadie puede decir lo contrario. Pero hacia 2008 alguien comentó que había otro cameo más divertido que nadie había visto: durante la escena del tren y tras Cary Grant aparece una señora gorda "sospechosamente" parecida a Hitchcock. Nadie se pone de acuerdo, unos dicen que sí y otros que no, yo estoy entre los primeros, para mí la cara de la señora tiene la inconfundible silueta del maestro y es muy propio del gran gamberro que siempre fue, pero la foto es un tanto borrosa, no está clara. La he colgado arriba en el comienzo del artículo, que cada uno la juzgue como crea oportuno. Con o sin cameo extra, la película es genial. 

 

 

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