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carlosmartinez

Goyas 2013

Visto el palmarés de los Goya entregados ayer, queda claro que estábamos equivocados los que pensábamos que iba a ser una edición muy igualada sin claro favorito. Desde el momento en que se entregaron los premios al mejor guión (aunque a veces hay excepciones, el Goya u Oscar a uno de los dos mejores guiones suele coincidir con el ganador a mejor película, y en caso de duda, es el claro referente de quién puede ganar el premio gordo), quedó claro que no había otra favorita que el filme de David Trueba Vivir con los ojos cerrados. Nada que reprochar al premio, me parece una buena película, y a la mayoría del resto de premiados, salvo una excepción: con mis respetos a un buen actor como Roberto Álamo, su interpretación en La gran familia española como discapacitado intelectual no me convenció y me parecía la más floja de las cuatro y la menos arriesgada, el premio me pareció tan discutible como cuando la Academia de Hollywood premia interpretaciones del mismo típo. También sirvió la ceremonia para arreglar algunas lagunas en la historia de los premios antes de que se hiciesen insalvables en algún caso: David Trueba, Javier Cámara y especialmente una grandísima veterana como Terele Pávez hacía tiempo que merecían el premio, más en algunos casos que los que se llevaron en su momento el premio en vez de ellos. 

En cuanto a la ceremonia, con algunas excepciones, soporífera. Hace años que tengo la teoría de que cuando un presentador empieza a apoyarse demasiado en anteriores presentadores es sinónimo de que no lo va a hacer bien, fue el caso de Antonia San Juan en 2000 y vuelve a ser el caso de Manuel Fuentes. Fuentes estuvo soso, aburrido, sin chispa, en parte por un mal guión y en parte porque se empeñó en hacer las mismas gracietas suyas de siempre. Y por favor, que paren de hacer números musicales en los Goyas o que cambien de equipo en este apartado, los dos que hubo fueron tan bochornosos como siempre. De la quema se salvan con nota la escena de Fuentes con Chicote parodiando los programas de cocina con el "análisis" de la cocina de Canibal, el Tejerator Transformer y la "reivindicación" de Joaquín Reyes (ver foto arriba).

Y finalmente los discursos y el caso Wert. No hay manera de recortarlos, es pedir peras al olmo, aunque alguno estuvo más breve. El mejor, Mariano Barroso y su "si un ministro de defensa no se presentase en el desfile de las fuerzas armadas, su jefe lo despediría". Lo de Wert es un  escándalo de proporciones mayúsculas, que el ministro de Cultura diga que no puede ir porque tenía una reunión en Londres programada antes de saber la fecha de los Goya, y que luego se descubra que la pidió a Londres la semana pasada, es para cagarse en todos sus muertos y cesarlo antes de empezar la ceremonia. Claro que pedir un cese en este país, más que pedir peras al olmo, es pedir un milagro. 

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