El destino de Júpiter

Conforme avanza su filmografía, empiezo a poner en duda si Andy y Lana Wachowski están en sus cabales: tras héroes con sotana, coloridos mangas yalguna otra lindeza, ahora nos colocan el Museo Guggenheim en algún lugar de Júpiter, nos ofrecen una princesa metida a Cenicienta limpiando WC y a un licántropo con alas... 

Porque El destino de Júpiter es probablemente la space opera más delirante desde que Dino de Laurentiis produjera Flash Gordon. Este pseudoremake de Matrix (los parecidos en la historia son más que notables si uno se fija bien) no conviene tomárselo en serio, porque se corre el riesgo de perder más de una neurona por el camino, pero hay que reconocer que entretiene lo suyo, tiene una pareja protagonista muy guapa y resultona, unos efectos especiales de órdago y una excelente banda sonora del gran Michael Giacchino. Por los primeros datos de taquilla lleva camino de convertirse en un nuevo fracaso de los Wachowski, no es de lo peor de ellos, pero siguen dilapidando su prometedor debut en Lazos ardientes y su explosión en el primer Matrix, mal que le pese a sus detractores la película fantástica más influyente de los últimos 25 años. Simplemente entretenida.