Blogia
carlosmartinez

harry potter y el príncipe mestizo

   Bienvenidos a mi blog de críticas de cine. Me llama la atención el revuelo que se ha armado en los últimos días por la célebre foto de Robert Capa del miliciano muerto y el "descubrimiento" de que era falsa. Por dos razones: quien conoce la foto ya da por supuesto que es falsa: esa manera de morir del miliciano tiene todo el aspecto de una pose antinatural en una muerte repentina, y la foto está demasiado bien encuadrada para ser natural. Y segundo, porque como he dicho en alguna ocasión, el que esté libre de pecado, que tire la primera piedra: Iwo Jima, la toma de Berlín, los documentales de Flaherty, de Michael Moore, algunos de Cousteau, muchos de los de naturaleza... todos están en buena medida preparados y en muchas ocasiones falseados (por no hablar de los propagandistas como Rodchenko o Riefenstahl, que no decían una sola verdad). La fuerza de la foto del miliciano no reside en lo que cuenta, sino en el símbolo que representa. Y, como véis, las trampas del Photoshop vienen de lejos.

   Pasando a comentar los filmes estrenados esta semana, me ha dado por tocar las narices a mis compañeros los críticos. Porque tras ver "Harry Potter y el príncipe mestizo" (habéis leido bien: me niego a poner el ridículo título español de novela y libro), me quedo estupefacto ante lo que han dicho de que es un episodio de transición en el que no pasa nada destacable, afirmación sólo explicable si estaban durmiendo o si estaban fumando fuera de la sala en la última media hora del filme. Porque el principal problema del filme no es su confusión argumental, lógica en un filme básicamente de intriga que no se resolverá hasta próximas entregas, sino que le hubiese ido de coña un recorte de minutos. Sobran buena parte de las escenas del despertar adolescente de Potter y sus amigos (y el partidito de quidditch, que debe ser el deporte más ridículo que conozco), que hacen que el filme se estanque y tarde en progresar. Pero por detrás y muy sigilosamente, el filme va entrando en un filme que a ratos recuerda un filme de espías (por lo de los topos y dobles agentes) en el que la figura del susodicho príncipe mestizo (que me cuidaré mucho decir quién es, pero que avanzo que es uno de los personajes habituales de la saga, y muy importante a partir de ahora) tiene un papel priomordial, que es mucho más interesante y que desemboca en una épica media hora final que es lo mejor del filme. Por todo lo dicho, es un filme muy irregular, aunque mucho menos despreciable que otros de la saga (aunque está por debajo del mejor, el tercero) y en el que destacan especialmente las interpretaciones de Michael Gambon, Jim Broadbent y Alan Rickman, no tanto de un Daniel Radclitfe que se nota más perdido que en otros episodios (aunque creo que esto está buscado a posta). Y agradecer a los responsables de que esta vez no saquen al Lord Voldemort adulto: los dos actores jóvenes que lo interpretan (el más joven, familiar directo de Ralph Fiennes) son mucho más inquietantes que el ridículo fantoche que será posteriormente (en el anterior filme de la saga lo comparé con Michael Jackson; esta vez. por respeto al rey del pop, me guardaré el chiste).

0 comentarios