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carlosmartinez

desafío total

   Lo reconozco, soy un pesado, siempre digo lo mismo, pero es que a las pruebas me remito. Hacer un remake no tiene por qué ser necesariamente malo. Nadie se quejó cuando Howard Hawks retomó Río Bravo para hacer una obra maestra llamada El Dorado, no he oído ningún lamento por que John Sturgess se atreviese a coger Los siete samurais e hiciese Los siete magníficos, a Hitchcock no lo pusieron a caer de un burro por volver a hacer en color El hombre que sabía demasiado, no he visto a nadie tirarse de los cabellos porque George Sidney hiciese por enésima vez Los tres mosqueteros con un bailarín llamado Gene Kelly, a mucha gente le gusta el Ben-hur de Charlton Heston ignorando de que hay una joya muda de Fred Niblo basada en la misma novela, nadie pretendió colgar a la Hammer o a Billy Wider por hacer más versiones de Drácula o de Sherlock Holmes... Y podría poner decenas de ejemplos más de buenos remakes, el problema de muchos de ellos no es que tomen una historia ya conocida, es que lo hagan rematadamente mal.

   Y los responsables del remake de Desafío total no lo han podido hacer peor. No sé si no han entendido las intenciones del original o simplemente se las han pasado por el forro para buscar un filme comercial (que encima no lo ha sido, se ha pegado un castañazo morrocotudo en USA).

   Tengo que aclarar que yo no acabo de considerar el Desafío total de 1990 una adaptación de un relato de Philip K. Dick, en el sentido de que el relato del maestro para mí es una simple excusa, y además era imposible hacer una adaptación fiel, puesto que el argumento del cuento es mínimo, todo transcurre en la agencia de viajes virtual y como mucho se podía hacer un corto con él. Lo que hicieron los guionistas Dan O’Bannon y Ronald Shusett (autores del libreto de Alien y de una pequeña joya de la serie B como Muertos y enterrados, por no hablar de la gran trayectoria del desaparecido O’Bannon por separado) fue aprovechar las posibilidades que tenía la historia y hacer un gran guión con ella, donde casi nadie era lo que parecía, donde podía haber más de una lectura (el aspecto onírico de toda la trama es tan fuerte que puede suponerse perfectamente que el protagonista no ha salido de la agencia de viajes virtual, y tienen la virtud de sugerirlo, no la torpeza de mostrarlo claramente). Tuvieron la suerte de que el proyecto cayó en manos de un director en estado de gracia, un Paul Verhoeven que añadió muchísimas cargas de ironía y mala leche habituales en él, más unas nada sutiles metáforas políticas: Marte era algo así como un tercer mundo del capitalismo, un estercolero en manos de un capitalista sin escrúpulos que tenía a la gente al borde de la indigencia. Se podría discutir si Arnold Schwargenegger era el actor adecuado (a mí no me parece tan mal en esta película, dentro de sus limitaciones tiene el carisma que requiere el suculento personaje), pero por contra tenía unos inmensos Ronny Cox, Michael Ironside y una deliciosamente malvada Sharon Stone que ya pedía a gritos el estrellato que le daría Instinto básico, por no hablar de la cachonda escena en que se nos aparecía un marciano mutante con la cara de Jordi Pujol.

   El remake no es precisamente lo mismo, tiene muchísimos problemas. Al cambiar de escenario Marte por un lugar indeterminado entre Asia y Oceanía hace obvio y torpe el mensaje político (no tan contundente y más acomodaticio que el de Verhoeven). Al olvidarse de toda la mala leche e ironía del filme original (no hay prácticamente un momento en el filme de un mínimo humor), el remake se convierte en un vulgar y terriblemente aburrido filme de acción sin sustancia ninguna. Colin Farrel es probablemente mejor actor que Arnie, pero su papel es demasiado confuso y plano, y carece de la fuerza que requiere, no empatizamos en ningún momento con el héroe. Kate Beckinsale tampoco ayuda, es muy guapa pero muy limitada actriz, su interpretación como villana está en las antípodas de Sharon Stone. Bryan Cranston carece como villano de la fuerza de Cox y su papel carece de la fuerza que tenía el Cohagen del original. Nos falta el sosias de Jordi Pujol, y eso duele. Y por último, los responsables cometen en el final lo que yo llamo el error del unicornio de Blade runner, nos toman por idiotas y tienen que subrayar innecesariamente con una voz en off en la pelea final y con un cartel luminoso la segunda lectura del argumento del filme. Finalmente, añadir en el aspecto visual la falta de originalidad, el filme copia sin el más mínimo pudor Blade runner, Minority report o Star wars, cualquier escena huele a refrito. Como conclusión, el filme es malo, chapucero y carente de interés, no porque sea remake, sino porque los responsables se han mostrado incapaces de hacer algo como mínimo digno y entretenido.

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