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carlosmartinez

La jungla: un buen día para morir

El problema de la quinta entrega de Jungla de cristal no es que se hayan hecho demasiadas entregas (al fin y al cabo James Bond lleva más de veinte y sigue tan pancho), ni de que Bruce Willis tenga 57 años (muy bien llevados por cierto, a pesar de la "melena"). El problema es que se no se puede hacer una buena película sin un guión decente (a no ser que hagas porno), y el de esta película, escrito por un tal Skip Woods, señor del que no tengo referencias algunas y espero que no vuelva a tenerlas, es uno de los más lamentables que recuerdo.

El argumento, si es que alguna vez existió, no se entiende en ningún momento, cuesta prácticamente hasta el final entender las razones del malvado para actuar, y aún así es probablemente el macguffin más sobado de la historia, y encima se le saca poco provecho. El malvado (al que sorprendentemente una revista especializada generalmente muy cuidadosa como Fotogramas ha desvelado su identidad antes de tiempo, cuando no se conoce hasta pasada una hora del filme, puede que haya sido culpa de alguien del departamento de publicidad de la película al que no le contaron el filme, porque si no no se entiende la metedura de pata) está mal descrito, no tiene la menor empatía ni carisma (gravísimo para una saga por la que han pasado grandes como Alan Rickman o Jeremy Irons, con villanos memorables), y eso que lo interpreta un actor competente en otros filmes, y el hijo de John Maclane, Jai Courtney, no da la talla como coprotagonista. Quedan como siempre la ironía de Bruce Willis y algunas espectaculares escenas de acción como la persecución en las calles de Moscú o el final con el helicóptero, pero para la que es una de las mejores sagas de las últimas décadas es muy poco, el filme es un fiasco artístico, no sé si supondrá el final del personaje (supongo de cómo irá la taquilla), pero es un toque de atención para que no se repitan las chapuzas de este filme.

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